Por Cecilia Torres Zuñiga – Escritora
¡Por fin se tomó la foto que tanto esperábamos! Mi amiga volvió a esa hermosa ciudad e inmortalizó el momento con una foto tomada en el mismo lugar de hace 10 años, la diferencia que ahora está en una nueva y mejor etapa en su vida. Conociendo su historia puedo decir que volvió “para concluir lo que un día empezó”. ¡Y qué manera de volver!
Unos años atrás parecía que ese sueño se había terminado y enterrado; su vida dio un giro a causa de personas que no la apoyaron o que actuaron en su contra, sin embargo, durante ese tiempo aceptó el desvío, aprendió otras cosas, se abrió a experiencias no planificadas y me atrevería a decir que hasta lo disfrutó.
Hoy volvió “por la puerta grande” para cumplir ese sueño, solo que esta vez ella es diferente; el tiempo de espera forjó su carácter, le enseñó y la preparó para asumir un nuevo y gran reto.
Esto me hizo recordar la historia de Moisés en Egipto, el bebé hebreo que se salvó de morir en el río Nilo y que fue criado por la hija de Faraón. Sus primeros 40 años los vivió rodeado de lo mejor, aprendió las costumbres de la realeza y tuvo la mejor educación, sin embargo, nunca olvidó su origen pues su corazón sufría por su pueblo esclavizado y maltratado por los egipcios. Cierto día quiso hacer justicia a sus “hermanos” y asesinó a un guardia egipcio, tuvo que huir por las represalias, se fue a habitar a Madián y se convirtió en pastor de ovejas (Éxodo 2).
Los siguientes 40 años Moisés se dedicó a cuidar las ovejas de su suegro hasta que un día Dios lo llamó desde una zarza ardiente para darle la misión de volver a Egipto y terminar lo que 40 años atrás quiso hacer: libertar al pueblo hebreo de la esclavitud. Ahora sí Moisés ya estaba preparado, pues Dios usó todos sus años de pastor para moldearlo como un líder, trabajar en la humildad de su corazón y forjar en él un carácter obediente y responsable. Dios prometió estar con él en cada paso de la misión, lo instruyó y ayudó en todo momento (Éxodo 3 y 4).
En un principio Moisés se resistió, se sentía culpable por el error cometido en el pasado, tuvo dudas sobre sus capacidades y dio muchas excusas para no cumplir con el llamamiento divino. Se veía asimismo como un hombre descalificado para volver a intentarlo, pero Dios lo veía como un hombre capaz, Él veía la foto final de la persona en quien se convertiría. Dios siempre tuvo otro plan de vida para Moisés, uno mucho más creativo y mucho más personal. Aún la manera de prepararlo fue distinta y al mismo tiempo perfecta. Finalmente, Moisés alcanzó el propósito de su vida de la mano de Dios: sacó a los israelitas de Egipto y los encaminó hacia su propia tierra prometida.
Muchos nos podemos identificar con Moisés, tal vez hace un tiempo atrás intentamos alcanzar un objetivo en la vida, pero no lo logramos; cometimos errores, tomamos malas decisiones y tuvimos que darlo por finalizado. Tal vez fue el deseo de formar una familia, estudiar una carrera, empezar un negocio, restaurar una relación o simplemente hacer caso a lo que la zarza ardiente en el corazón nos decía en ese momento. Y Dios no lo ha olvidado. ¿Lo recuerdas?
Tal vez, todas las dificultades que hasta aquí hemos atravesado, el lugar y las circunstancias donde estamos hoy nos gritan que estamos descalificados para volverlo a intentar, sin embargo, Dios nos afirma que ha usado todo este tiempo y todo lo que hemos vivido para trabajar en nuestro carácter, moldear nuestro corazón y prepararnos para enviarnos de regreso a terminar lo que un día empezamos o anhelamos. La diferencia es que ahora Dios quiere estar con nosotros guiándonos en cada paso, abriendo caminos, proveyéndonos y equipándonos con lo necesario para lograrlo.
Excusas como: “estoy muy mayor”, “no tengo estudios”, “he fallado mucho”, “hay alguien mejor preparado” o “me falta recursos” no cambian la opinión de Dios sobre nosotros. Él nos creó y no va a rendirse, tiene delante de Sus ojos la foto final de la persona en quien vamos a convertirnos. No límites a Dios ni te límites.
Nuestras vidas no tienen que ser un espejo de otras personas, Dios obra de forma única, tiene otros tiempos y diferentes propósitos para cada uno. Él nos ha dotado de habilidades y dones específicos que se ajustan a una misión particular, individual y emocionante. Y ha prometido acompañarnos.
Algunos se preguntan ¿cómo empezar? Todo empieza por abrirle nuestro corazón al Señor Jesús por fe, invitarlo a tomar el control de nuestras vidas y tener relación con Él a través de la oración y la meditación de Su Palabra.
Algunos tal vez ya terminaron el entrenamiento divino y solo falta rendirse a Dios diciéndole: “en Tu nombre lo intentaré de nuevo”. Dios está esperando.
OREMOS:
Amado Padre Celestial, gracias porque en Ti tenemos una esperanza viva y firme. Gracias Padre porque eres un Dios de oportunidades, de nuevos inicios, que no juzga y que puede hacer algo hermoso y único en nuestra vida usando todo nuestro pasado. Queremos ser guiados por ti y cumplir la misión para la cual nos has creado. Ayúdanos caminar de Tu mano. En el Nombre de Jesús. Amén.
VERSÍCULOS PARA MEDITAR:
Lucas 5:5 Simón le contestó: «Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero porque Tú lo pides, echaré las redes». (NBLA)
Josué 1:5 Nadie te podrá hacer frente[c] en todos los días de tu vida. Así como estuve con Moisés, estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré. (NBLA)