Muchas parejas son como un volcán a punto de estallar. Son felices juntos, pero se pelean continuamente. Las discusiones son inevitables y Necesarias, siempre que sean constructivas y no olvidemos que la ganancia o la pérdida en una relación es siempre para los dos.
«Nos amamos, nos atraemos, disfrutamos de una buena sexualidad, pero ante el menor conflicto pasamos, sin transición, del cielo al infierno. A pesar de todas las cosas buenas que hay en nuestra pareja, vivimos en constante pelea. No puedo seguir así. Quiero separarme.”
Relatos como éste –casi con las mismas palabras– los escuchamos los terapeutas con muchísima frecuencia en nuestra consulta. Y, en la mayoría de los casos, el problema no estriba en que la relación de pareja está realmente deteriorada.
El malestar de todas estas parejas es la resultante directa de que no saben manejarse bien en el conflicto. En otras palabras, todavía no han aprendido a discutir.
CÓMO SOLUCIONAR LOS CONFLICTOS DE LA PAREJA
Las relaciones como la descrita son muy desconcertantes porque funcionan a ratos o por períodos. Según el momento podremos ver a los miembros de la pareja absolutamente felices y con una contundente solidez, o profundamente angustiados y planteándose seriamente la separación.
Y no es caprichoso que lo hagan, ya que es verdad que no pueden vivir así. No se puede vivir sentado sobre un volcán que no se sabe cuándo estallará, por muy hermosas que sean las vistas.
Vivimos en una cultura cargada de mitos. Tenemos mitos para todo y, a fuerza de repetirlos, se han convertido en verdades absolutas. Y, en el mundo de las relaciones, hay un mito en particular que es el origen del problema que hemos descrito.
El mito dice: “Las buenas parejas no discuten”. Es increíble que la evolución del concepto de matrimonio en nuestra cultura haya llegado a tamaño despropósito, pues nada hay más alejado de la realidad.
Compartir la vida y las decisiones con otra persona plantea conflictos cotidianos –como el simple hecho de decidir si vamos al cine o nos quedamos en casa– y diferencias de criterios –como de qué manera se gasta el dinero o se educa a los hijos.
Por lo tanto, si somos conscientes de que el conflicto en una convivencia es inevitable, querremos aprender a manejarnos con él para evitar transformar las discusiones en peleas. Porque está claro que lo que daña y deteriora una relación de pareja no es la situación conflictiva en sí, sino el mal manejo que hacemos de ella.
DISCUSIONES: UNA CUESTIÓN DE FORMAS
Cuando discutimos, “las maneras” sí hacen la diferencia. No olvidemos que, con frecuencia, las palabras pueden convertirse en un arma tan destructiva para el otro que provoque que el amor se transforme en rencor, y esta herida termina deteriorando lenta e irremediablemente la relación de pareja.