Por Cecilia Torres – Escritora
pero solo una es necesaria. [g] María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará. Lucas 10:42 (NVI)
Este mundo lleno de avances y tecnología nos ofrece recursos accesibles, prácticos, rápidos y útiles para satisfacer muchas necesidades en varios ámbitos de nuestra vida, nos podemos comunicar con personas de todas partes del mundo, tenemos acceso a una cantidad ilimitada de información y podemos simplificar diversos procesos. Siempre habrá otras alternativas o nuevos inventos que nos ayuden a cubrir nuestras demandas.
¿Y que de las necesidades que todo ser humano busca satisfacer pero que no son cubiertas por la tecnología, personas o experiencias?; me refiero a los anhelos profundos de hallar paz, gozo, amor, seguridad, fortaleza, entre otros. Mucho se ha escrito y se ha estudiado sobre esto, de hecho, el mundo digital, los manuales y los libros enumeran un sinfín de alternativas que van desde dietas hasta experiencias únicas que prometen transformación total, lamentablemente, sin éxito.
En Lucas 10 se nos relata la visita del Señor Jesús a la casa de dos hermanas y cómo ellas actuaron o, mejor dicho, que decidieron hacer. Por un lado, tenemos a Martha, una mujer como muchas de nosotras, preocupada y afanada por las responsabilidades del día que no tomó en cuenta que el Señor quería su atención. Ella decidió hacerse cargo de todo, apoyada en ella misma y terminó enojada, sin paz y juzgando a su hermana: “—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!” (Lucas 10:40, NVI).
Por otro lado, tenemos a María, que hizo una elección muy sabia; en las palabras del Señor Jesús: “ella escogió lo mejor”. A diferencia de Martha, María se sentó a los pies de Cristo y lo escuchó (Lucas 10:39). Ella no dejo pasar la oportunidad de estar cerca del Maestro, no se dejó eclipsar por las demandas que había a su alrededor; lo demás podía esperar. La Biblia no lo detalla, pero imagino que el Señor le enseñó algo que le sería útil el resto del día, tal vez, recibió una palabra de ánimo o de afirmación, tal vez, le orientó sobre como tomar una decisión o, tal vez, solo le dijo que tuviera paz porque Él estaba con ella.
Si Martha se hubiera sentado a los pies de Cristo probablemente hubiera tenido una perspectiva mejor y distinta sobre como tratar los asuntos que requerían de ella, hubiera trabajado con gozo y buena actitud, sin desgastar tanta energía enojándose o reclamando por atención.
¿Te suena familiar? Tantas tareas y personas requieren de nosotros, tantas decisiones por tomar desde que nos despertamos, tantas relaciones por fortalecer o construir a lo largo del día, tantos errores que necesitamos corregir o prevenir. Si somos como Martha, vamos a seguir haciendo lo mismo en nuestras fuerzas, basado en nuestro conocimiento y habilidades aprendidas perdiendo así el gozo, la paz, la seguridad, el dominio propio y la paciencia. Terminamos haciendo o diciendo lo que no queremos y, desafortunadamente, no existe un botón que pueda borrarlo.
Nuestro Señor Jesús apartaba un tiempo, muy temprano, para orar a Su Padre pues tenía necesidad de conectarse con Él, “A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar” (Marcos 1:35, NTV). Este encuentro lo preparaba para cumplir con excelencia las ocupaciones del día: sanar enfermos, expulsar demonios, confrontar a los fariseos, enseñar a las muchedumbres, etc.
Es un hecho, el encuentro con nuestro Señor, a diario, nos fortalece y nos llena de paz: “El Señor le da fuerza a su pueblo; el Señor lo bendice con paz” (Salmos 29:11, NTV), nos abre los ojos del entendimiento: “¡Pues el Señor concede sabiduría! De su boca provienen el saber y el entendimiento” (Proverbios 2:6, NTV) y nos libera del temor: “Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores” (Salmos 34:4, NVI).
Sentarnos a los pies de Cristo debe ser nuestra prioridad de cada día. Escucharlo debe ser nuestra mayor necesidad y, al mismo tiempo, nuestro mayor deseo. Él siempre viene a visitarnos, pero, muchas veces, no lo creemos importante o nos excusamos con las urgencias o la premura del tiempo. ¡Si tan solo escogiéramos la mejor parte!
Lo escuchamos a través de Su Palabra y Él nos escucha a través de la oración. Hoy puedes empezar a sentarte a Sus pies, abrir tu Biblia, meditar en Sus Palabras, tal vez, tengas la respuesta que tanto estás necesitando.
Oremos:
Amado Padre Celestial, perdónanos si hemos priorizado necesidades, anhelos, personas o problemas en lugar de escucharte hablar. Tú eres nuestra mayor necesidad y anhelo, queremos pedirte que nos ayudes a escoger lo mejor cada día que es estar a tus pies. Obra en nuestro corazón poniendo ese deseo y ayúdanos a dar pasos para lograrlo. En el Nombre de Jesus, Amén.
Versículos para meditar:
2 Crónicas 15:2b, El SEÑOR estará con ustedes cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él se dejará hallar; pero si lo abandonan él los abandonará. RVA-2015
Salmos 105:4, Busquen al SEÑOR y su poder; busquen continuamente su rostro. RVA-2015