Por Cecilia Torres – Escritora
¿Qué hombre es el que teme al SEÑOR? Él le enseñará el camino que ha de escoger. Salmos 25:12 (RVA – 2015)
Muchos podemos afirmar que el GPS es uno de los mejores inventos de este siglo pues se ha convertido en una solución efectiva que nos garantiza la mejor ruta posible hacia nuestro destino y en el menor tiempo. No importa si conocemos o no la ruta, el GPS nos dirige por donde hay menos atascos, en el sentido correcto del tráfico y nos previene de extravíos a lo largo del camino. Una herramienta útil para los que nos gusta tener el control.
Una de las características que más apreciamos del GPS es que el mapa digital nos anticipa los movimientos que están por venir sean estos curvas, vueltas, subidas o bajadas. No hay factor sorpresa, lo que nos hace sentirnos seguros y cómodos. Además, en caso de error, de inmediato nos ofrece una salida que nos lleva de vuelta a la ruta correcta.
¿No sería ideal que también tengamos un GPS que nos ayude a transitar en este camino llamado “vida”? ¡Cuántas decisiones por tomar a diario y sin tener certeza de la mejor opción! ¡Ojalá pudiera saber con anticipación las curvas y vueltas que se aproximan en el camino! ¡Quisiera corregir de inmediato los desvíos! ¡Quiero saber y controlar el tiempo que tomará llegar al otro lado! ¡Ojalá pudiera conocer la ruta más rápida y sin obstáculos para alcanzar mis metas!
Debo confesar que, en algún momento de mi vida, lo he pensado y, además, he anhelado despertar una mañana y tener en mi escritorio una hoja escrita con todas las respuestas a las decisiones que debo tomar, los movimientos exactos que debo dar, las puertas que debo tocar y las personas a las que debo contactar. Y ahora entiendo que siempre he tenido a mi alcance no una sino varias hojas escritas llenas de sabiduría, verdad y exactitud: la Biblia.
Definitivamente no vamos a saberlo todo ni vamos a estar libres de error o tardanza, sin embargo, Dios quiere enseñarnos el mejor camino a través de Su Palabra, que es la lámpara que guía nuestros pies y la luz de nuestro camino (Salmos 119:105).
El versículo de hoy afirma que a los que temen al Señor se les enseñará el camino que deben escoger, por lo tanto, podemos decir que es una promesa condicional a la disposición de nuestro corazón hacía Dios.
¿Y qué significa temer al Señor? En el idioma original la palabra “temer” (yare) significa reverenciar y reconocer el poder y la posición del individuo reverenciado, en este caso: nuestro Señor. Esta actitud de respeto nos impulsará a buscar Su voluntad y obedecerla aún cuando sea totalmente contraria a nuestras ideas, métodos y deseo de controlarlo todo. De hecho, Sus pensamientos y caminos son más altos que los nuestros (Isaías 55:9) y Sus tiempos no se ajustan a nuestro calendario.
Durante el ministerio terrenal del Señor Jesús los discípulos no necesitaron un GPS para desplazarse, su Maestro los guiaba por lo que siempre estuvieron en el lugar y tiempo correcto. Sí, la fuerte tormenta y vientos en el Mar de Galilea formaron parte de la ruta que el Señor tenía planeada para ellos, allí les enseñó sobre la fe y confianza en Él (Mateo 8 y 14). También el detenerse en el Getsemaní (Mateo 26:36), la noche previa a la crucifixión, fue fundamental para el logro del objetivo mayor: nuestra salvación. Es un hecho, la guía y la obra del Señor tuvo un impacto trascendental en la vida de los discípulos quiénes cumplieron con el propósito de predicar el evangelio además de ser usados para escribir el Nuevo Testamento.
Si bien es cierto ya no tenemos al Señor Jesús caminando físicamente a nuestro lado, sin embargo, nos ha dejado Su Palabra y al Espíritu Santo como compañía constante y confiable. Probablemente Su guía nos lleve por terreno desconocido, con muchos obstáculos nada confortables, tal vez, vamos a tener que aprender a esperar para luego continuar, tal vez, vamos a desviarnos por Su voluntad o por nuestra necedad, pero si nuestros corazones están dispuestos el Señor no nos va a soltar, va a tomarnos de la mano, va a abrir nuestros ojos y va a hacernos entender claramente el camino que nos conducirá a la bendición y a una vida plena.
Dios produce en nosotros el querer como el hacer (Filipenses 2:13), y tal vez, ese sea el primer paso: pedirle a Él que trabaje en nuestro corazón para respetarlo y reverenciarlo al punto de querer conocer y obedecer, sin condiciones, Su voluntad para nuestra vida. ¿Suena complicado? Recuerda que Dios ha prometido terminar lo que empezó en nuestra vida (Filipenses 1:6).
Así como estuvo con los discípulos, nuestro Dios también estará con nosotros enseñándonos el camino, redirigiéndonos en caso de desvío, alertándonos en caso de peligro y llevándonos por una ruta confiable y segura.
Todo empieza por abrir tu corazón al Señor Jesús.
Oremos:
Amado Padre Celestial, lo conoces todo acerca de nosotros y tienes nuestro futuro delante de Tus ojos, y por eso queremos pedirte que nos ayudes a convertirnos en personas que te temen para recibir constantemente Tu guía y ayuda. Queremos que transformes nuestro corazón haciéndolo humilde y obediente, ayúdanos a buscarte cada día con todo nuestro corazón. Gracias por estar dispuesto a guiarnos hacía lo mejor. En el Nombre de Jesus. Amén.
Versículos para meditar:
Salmos 32:8 “Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar. Sobre ti fijaré mis ojos. (RVA-2015)
Jeremías 33:3 ‘Clama a mí, y te responderé; y te revelaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces’. (RVA-2015)